EUGENESIA EDUCATIVA Y JUSTICIA PEDAGÓGICA en el Aislamiento Social

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Reflexiones en tiempos de grietas sociales, la escuela a debate, y la docencia interpelada.

Quizás la eugenesia física (la muerte y el bien nacer) por las malformaciones, hoy solo quedan remitidas a algunos pueblos indígenas.

No obstante, la Eugenesia Educativa está vigente, porque la exclusión educativa, la vulneración de Derechos y la segregación social tienen total vigencia en pleno siglo XXI.

Las oportunidades de acceso, permanencia  y egreso, se ven afectadas por el abandono escolar, las trazas discontinuas y/o, el no acceso funcional a medios tecnológicos o conectividad.

La pandemia del COVID-19 (Coronavirus) y el aislamiento social preventivo/obligatorio (cuarentena), dejaron en evidencia las grandes y significativas diferencias que el Sistema Educativo genera y reproduce en el alumnado, sobre todo, afectando secuencias didácticas y tiempos pedagógicos especialmente en Escuelas Rurales, Interculturales- Bilingües (Pueblos Originarios), Especiales o de la Familia Agrícola (EFAs) y su sistema de alternancia, en zonas de no conectividad, de analfabetismo funcional (digital) de padres/tutores.

La Injusticia Pedagógica del uso de las Plataformas Virtuales (Entornos Virtuales de Aprendizaje) como única alternativa ante la suspensión transitoria de la presencialidad, no solo modifica las instanciaciones didácticas a aplicaciones como Zoom, Skype, e inclusive Facebook o WhatsApp que no todos manejan; sino también, pocos suelen percatarse que existe nulo o escaso material en  Lengua de Señas (LS), con Comunicación Alternativa Aumentativa (CAA), en Lenguas Originarias/Indígenas o en formatos que atienda el Diseño Universal de Aprendizaje (DUA).

Por ejemplo un material en formato pdf, no es reconocido como texto en/para un lector de pantalla (software adaptado para discapacidad visual- ciegos), lo que en sí mismo afecta la accesibilidad cognoscitiva de estudiantes ciegos (lo citamos como uno de tantos ejemplos posibles).

Tampoco se aprecian a grandes rasgos, la adecuación del material para estudiantes integrados/incluidos, y los Proyectos Pedagógicos Individuales (PPI) suelen quedar relegados en la (re)planificación que obligan los usos (y abusos) de medios virtuales, que el propio docente muchas veces no maneja.

La/s diferencia/s entonces entre los estudiantes del medio urbano y rural se acrecientan, entre los que poseen recursos tecnológicos y no se agigantan, y entre pobreza, marginalidad o vulneración de derechos y el fracaso educativo desaparecen.

Tampoco ayudan a reducir la brecha, el bombardeo de tareas/consignas a realizar, sin (re)crear espacios/momentos virtuales de enseñanza e interacción, en un vínculo que vuelve a depositar al alumno en un rol absolutamente pasivo, estudiantes que el sistema “meritocrático” y bajo el fenómeno de certificación, buscan el aprobar y no, el aprender.

Pese a las tendencias del siglo XXI de Educación a Distancia, la tecnología educativa y los MOOC (Masive Open Online Course), nada parece suplantar la consciencia situacional y el ingenio y creatividad didáctica del docente in situ al conocer a sus estudiantes, ni siquiera el propio/mismo educador haciéndolo detrás de una pantalla.

Sumémosle entonces a la falta del docente en tiempo real, la falta de recursos culturales para compensar la pérdida de las secuencia didácticas, y la pérdida de los hábitos de estudio en una casa que, al estar presente el niño, se torne mano de obra funcional para los procesos productivos del núcleo familiar/entorno comunitario.

Acrecienta el tiempo de exposición no mediada con victimarios y abusadores, acrecienta el impacto neurofisiológico de la malnutrición (al perder los apoyos alimentarios de los comedores escolares) y,  se interrumpen continuidades didácticas imprescindibles en/para el aprendizaje, la memoria y las funciones ejecutivas de la modalidad académica (como el entrenamiento en la lectura por ejemplo).

Hay exclusión educativa para los que quedan por fuera de las medidas tecnológicas (única solución transitoria implementada por diferentes  Ministerios de Educación); nadie ha pensado en Educadores Comunitarios bajo la Modalidad Itinerancia/Domiciliaria que bajo estrictos protocolos de seguridad e higiene pudieran atender esta población estudiantil, en zonas donde el verdadero y real peligro inminente está en el Dengue, la desnutrición, el abuso y el abandono escolar; este último no es un detalle, ya que se trata de la única institucionalización que poseen muchos niños, siendo el único vínculo con muchos de sus Derechos.

Sugeriría una Escuela Ambulante donde un, Docente, un Psicólogo y un Trabajador Social, recorrieran las zonas de exclusión socio- educativa (Comunidades Originarias, Colonias Rurales, basurales) atendiendo las necesidades educativas y sociales transitorias, no se perdiera el vínculo real con los estudiantes, y se atendieran a tiempo (detectaran) problemáticas/situaciones  de riesgo.

Son solos reflexiones en tiempos de grietas sociales, la escuela a debate, y la docencia interpelada.

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Prof. Julio Manuel Pereyra (Uruguay/Argentina)

Educador Comunitario/Docente de Apoyo a la Inclusión.
Escuelitas Ambulantes "Caminos de Tiza"

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