Rosarito Vera Peñaloza, maestra de la patria!!!

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Nació en Atiles, en el Valle de Malanzán, provincia de La Rioja, el 25 de diciembre de 1873. Quedó huérfana siendo muy niña y fue su tía materna y madre de crianza quien le enseñó las primeras letras. Su pueblo natal, Atiles, la que vio nacer a Rosarito,  en tiempos precolombinos fue el principal asentamiento nativo de la región, también denominada “región de los llanos”, ruta de los caudillos, reivindicatorio de las gestas federales, que sin dudas tiene a Facundo Quiroga –el tigre de los llanos – como su máximo icono popular, allí se encuentra Anajuacio, lugar de descanso de Facundo Quiroga, desde donde también podía visualizar los movimientos de sus eventuales enemigos.

Si  nos remontamos a 1853, la Constitución Nacional en su artículo 5º, dejó librada a las provincias la educación primaria. No había en el país bibliotecas públicas, el material escolar era casi desconocido y los maestros improvisados por falta de escuelas normales. En algunas provincias las aulas carecían de pupitres, pizarrón y lápices, los docentes recurrían a cuero de vacunos y hojas de ciertas plantas para que, sobre ellas, los escolares escribieran las primeras letras con espinas o madera duras.

En el siglo XIX se promulgó la Ley 1420, que constituyó la culminación de un complejo proceso histórico, como resultado del cual aparecían las ideas democráticas y liberales que se puede percibir debajo de todos los esfuerzos de integración del país y modernización de sus instituciones. Con la ley 1420 fue necesario adecuar las estructuras provinciales en concordancia con ese cuerpo legal y a partir de la creación del Consejo Nacional de Educación, las provincias tomaron impulso propio. Desde aquí Rosarito realizó una valiosa labor de actualizar los programas de estudio para la carrera de maestra jardinera, que no existía en nuestro país. Difundió el trabajo manual en las escuelas primarias para que los chicos desarrollen habilidades prácticas. No fue sencillo para ella, fue discutida, perseguida y cesanteada en distintos momentos de su vida. Dijo en su oportunidad…

“Siempre es lenta la marcha de las ideas nuevas. Hay siempre lucha hasta que el público las acepta y todos los que llegan a ser discípulos de tal innovación tienen que soportar críticas y advertencias injustas”

 Finalizó sus estudios primarios en la provincia de San Juan. En 1884 regresó a su tierra natal, ingresó a la Escuela Normal de La Rioja. Rosario Vera Peñaloza, ha sido cultora protagónica de una nueva escuela, su mirada estuvo en la preponderante importancia por la mejora del desempeño docente y el ineludible compromiso del Estado para con la educación infantil. Sus grandes obsesiones han sido: La Reforma Escolar Argentina, los jardines de Infantes y la formación docente.

En su obra “Credo Patriótico” ,manifestó textualmente: “Creo en el Magisterio Argentino y en su obra; a ellos, los maestros corresponde formar las generaciones capaces de mantener siempre encendida la lámpara votiva que dejaron a nuestro cuidado los que nos dieron Patria para que jamás se apague en el alma Argentina y para que sea el faro que ilumine los senderos”.

En 1892 se dirigió a la ciudad de Paraná: allí fue alumna de Sara C. De Eccleston, en la Escuela Normal de Paraná. Estudió el profesorado y, en 1894, obtuvo el título Superior de Enseñanza. Pero sus deseos de aprender no culminaron y estudió Trabajo Manual, Dibujo y Pintura, Ejercicios físicos, Modelado, Tejido de Telares, Grabado, Corte y confección, Artes Decorativas, etc. En 1900 fundó el Jardín de Infantes anexo a la Escuela Normal de La Rioja, el primero de una larga serie que se jalonaría en las ciudades de Córdoba, Buenos Aires y Paraná, abocándose al estudio de planes y programas de educación preescolar.

Promovió la profesionalización de los jardines de infantes

En 1906 fue nombrada vicedirectora de la Escuela Normal de La Rioja y al año siguiente, ocupó el mismo cargo en la Escuela Provincial «Alberdi» de Córdoba. En Buenos Aires fue directora de la Escuela Normal N° 1 «Roque Sáenz Peña» entre 1912 y 1917. Con suma sencillez y modestia, sustituía al profesor que faltaba y más de una vez a los especialistas en Ciencias o Letras, con la ventaja de desempeñarse siempre como eximia pedagoga. Fue nombrada también Inspectora de las Escuelas Municipales, además de dictar las cátedras de Pedagogía y Matemática en la Escuela Normal «Del Divino Maestro», incorporada al Profesorado en Lenguas Vivas.

Luego, fue injustamente declarada cesante, situación que se reparó en el año 1924 al designarla Inspectora de Enseñanza Secundaria Normal y Especial. En este cargo se desempeñó hasta su jubilación, por razones de salud, en el año 1926. A pedido del Dr. Carlos María Biedma, fundador de la Escuela Modelo, recorrió el país impulsando la enseñanza popular y dictando conferencias y cursos para transmitir la utilización de las nuevas técnicas y para fundar bibliotecas.

Desde el inicio de su carrera, tuvo un sueño que se concretó en 1931. El Museo Argentino en el Instituto Félix Bernasconi. La idea del museo se basaba en la teoría pedagógica de Joaquín V. González, la geografía como base de toda enseñanza que, si bien fue bastante resistida por sus pares, fue el motor que generó la creación del museo. A él le dedicó 17 años de su vida en forma gratuita. Estableció una correlación de materias y de temas. Rosario Vera agregó a las salas del Museo elementos regionales como preparación de dulces, trenzados, danzas folclóricas, instrumentos musicales autóctonos. Creó también la cátedra de estudios folklóricos en la que los maestros aprendían a conocer y utilizar elementos del acervo nativo para mantener el carácter nacional en un país con tanta inmigración.

Entre sus obras escrita se encuentran: «El hombre que rehusó el Olimpo»; «Los hijos del sol»; «Historia de la Tierra»; «Un viaje accidentado»; «Cuentos y Poemas» y «Pensamientos breves sobre juegos educativos». Martha Salotti, su alumna, editó tras la muerte de Rosario doce trabajos científicos y el Instituto Sanmartiniano le confirió el Primer Premio por su «Credo Patriótico» y una condecoración por «Vida del General San Martín», adaptada para los niños.

El avance del nivel Inicial en Argentina se debió al impulso dado por la Asociación Pro-difusión del Kindergarten encabezada por Rosarito, acompañada por Custodia Zuloaga y otras. A este grupo de maestras pertenece el texto «El kindergarten en la Argentina, didáctica froebeliana», en donde se perfila la planificación didáctica y la normativa vigente, en esa época, anterior a la organización de la formación de la maestra jardinera. Para Rosario Vera Peñaloza, el juego en el jardín de infantes adquiere un valor de estrategia casi excluyente y lo confirma cuando dice : «… es así como trabajamos aunque parezca que jugamos«. Se brindó generosamente para dictar cursos para jardineras, que más tarde tuvieron reconocimiento oficial.

Rosario Vera Peñaloza no sólo fue difusora de los principios de Froebel y Montessori, sino que se dedicó a estudiarlos, compararlos y adaptarlos a la realidad argentina. Logró ensamblar la rigidez montessoriana con el excesivo simbolismo froebeliano; es decir, que adecuó el material didáctico realizándolo con desechos para que estuvieran al alcance de toda la población; recomendaba la observación de la naturaleza y el aprovechamiento de los variados e innumerables materiales que proporciona. Con algodón, paja, lana, piedras o arena podían las maestras, permitirse una mayor creatividad con bases científicas, nada librado a la improvisación.

Rosario Vera Peñaloza falleció el 28 de mayo de 1950 en Chamical, provincia de La Rioja, a donde había viajado para brindar un curso a los docentes. Desde entonces, cientos de escuelas del país llevan su nombre y fue reconocida mediante un sello postal como unas de las mujeres emblemáticas argentinas. También, los autores argentinos Félix Luna y Ariel Ramírez compusieron una zamba llamada “Rosarito Vera, maestra”. En diciembre de 2014, por medio de la Ley N° 27059, se estableció: «El 28 de mayo de cada año, como el Día Nacional de la Maestra Jardinera», en conmemoración de la pedagoga Rosario Vera Peñaloza.

Militaba con su palabra, pero más con la acción: hacia mucho y hablaba poco. Ha sido incansable fundadora de museos y jardines de infantes en todo el país. Hizo del país un aula.

Ha dejado un legado que quedaron grabadas para siempre:

– Amar a la patria más que a sí mismo.

– No jurar en su santo nombre falsamente

– Conmemorar sus glorias

– Honrar a la madre patria en todos los actos de su vida.

– No matar el sentimiento patrio con la indiferencia civica o la tolerancia indebida.

– No realizar acto alguno que mengue la propia dignidad. Quien se dignifica a sí mismo, dignifica a la patria.

– Cuidar los bienes del estado más que de los propios.

– Buscar y practicar siempre la verdad.

-No desear jamás tener otra nacionalidad.

– No ambicionar los derechos de las demás naciones ni mucho menos pretender su dominio y dar a la Argentina capacidad para no ser superada ni vencida.

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Daniel A. Traverso

Docente y Columnista

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Fuentes:

Dirección de Formación Docente –GCBA –

Gustavo Capone –Palabras que cuentan historias- Dirección General de Escuelas

Biografía de Rosario Vera Peñaloza – Todo Argentina –

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