La motivación de los docentes: del desánimo al reencuentro.

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La motivación de los docentes: del desánimo al reencuentro.

En los últimos años hemos vivido una pandemia que ha impactado en la realidad de nuestras aulas, así como la implantación de una nueva ley educativa, pero existen situaciones diarias que afectan también al estado de ánimo de los docentes. El papeleo de la administración, la saturación en el aula, los cambios legislativos, vivencias en el claustro…

En este artículo analizamos los distintos factores que pueden afectar negativamente en nuestro día a día en las aulas, así como reflexionaremos sobre la importancia de la motivación del docente y sus establecimientos de metas como forma de afrontar el síndrome del profesor quemado.

Analizamos algunos aspectos que nos deberían llevar a ese reencuentro con la vocación docente y con la forma de ejercer profesionalmente nuestra docencia sin acabar rodeados de falsas ilusiones ni renunciando a una vida personal.

El estado de ánimo de los maestros juega un gran papel en la forma en que enseñan. Creemos que, si un maestro se siente feliz, esos docentes son más propensos a ser más entusiasmados y comprometidos en sus lecciones. Por el contrario, si un maestro se siente estresado, pueden ser más propensos a acelerarse a través de sus lecciones o ser menos paciente con los estudiantes.

Por otro lado, los estados de ánimo del docente pueden variar ampliamente, desde la motivación y el entusiasmo hasta la frustración y el estrés. Los factores que pueden afectar los estados de ánimo del docente incluyen el ambiente laboral, el apoyo de la administración pública, la relación con los estudiantes y sus familias, y la carga de trabajo. Es importante que los docentes reciban apoyo y recursos para manejar el estrés y la salud mental, ya que esto puede tener un impacto significativo en su capacidad para enseñar efectivamente.

Finalmente, el desánimo de los profesores puede manifestarse en varias formas, como falta de motivación, cansancio, estrés, insatisfacción con su trabajo, entre otros. Los directivos de las escuelas y las autoridades educativas son responsables de analizar las causas del desánimo y trabajar para abordarlas y mejorar la situación actual.

El apoyo y la colaboración de los docentes de un mismo centro, y también entre centros diversos, así como la formación continua, pueden ser herramientas valiosas para ayudar a los profesores a superar el desánimo y evitar el llamado síndrome del profesor quemado en nuestras escuelas.

¿Qué factores pueden afectar negativamente al estado de ánimo de los docentes?

En los últimos años los docentes hemos vivido distintas situaciones que nos han afectado a nuestro estado anímico, especialmente los originados por la pandemia de la COVID-19. Durante el presente curso escolar se ha sumado la implantación de la LOMLOE con una importante carga administrativa que se suma a la inseguridad generada por dicho cambio legislativo.

Sarramona (2000)[1] nos plantea como una de las causas de estados de ánimo negativos la “baja consideración social de esta profesión”, un aspecto que genera insatisfacción personal hacia la docencia. Según Sarramona muchos maestros viven en “un permanente estado de frustración personal” al no llegar a vivir su vida laboral con las expectativas que se perseguían.

Por otro lado, vemos aspectos positivos, como los que destacan Bazarra, Casanova y García Ugarte[2] (2004, 58) mencionando el valor de emprender nuevos caminos, los obstáculos como retos, el percibir y sentir que aprenden, las respuestas de los niños o sus miradas y sus sonrisas; y entre lo que les desmotiva, Torres[3] (2006, 32-118) expone diversos factores que generan desmotivación, algunos internos y otros externos al propio docente.

Entre los aspectos que generan mayor desánimo entre los docentes se destacan algunos aspectos como: 1. El trato igualitario entre los docentes que se esfuerzan por mejorar y los docentes que se limitan a cumplir. Sabemos que no todos los docentes ni todos los profesionales se implican.

igual a nivel laboral. Los docentes no son un grupo homogéneo y cada uno tiene unos talentos como maestro. Los centros educativos no pueden tratar igual a un docente que se implica mucho a nivel profesional y a otro que, siendo profesional, no tiene la misma dedicación.

2. Otro de los aspectos que generan desánimo entre los docentes es la tolerancia de la mediocridad. Este aspecto se refiere a la desmotivación que generan docentes desconocedores de metodologías diversas, o maestros con baja capacitación para la docencia. Es habitual que existan docentes que desarrollan de manera muy satisfactoria sus sesiones y otros que tienen problemas con el mismo grupo – clase en el que otros maestros se sienten cómodos. Este aspecto se combate mediante una formación efectiva y con canales de colaboración y ayuda entre profesores. Como afirma Alain Deneault[1]Vivimos un orden en el que la media ha dejado de ser una síntesis abstracta que nos permite entender el estado de las cosas y ha pasado a ser el estándar impuesto que estamos obligados a acatar”, es la Teoría del Sándwich Mixto.

3. Un tercer factor de desánimo son las reglas “injustificadas”. Existen reglas en los centros educativos como la realización de reuniones de coordinación injustificadas, como reunirse sin un tema concreto por el simple hecho de tener programada esa reunión en un día concreto. De igual manera existen densos trámites burocráticos que en muchas ocasiones generan desmotivación. Hablamos de reglas incongruentes que acaban perjudicando el trabajo de los buenos profesionales.

4. En educación no existen primas por objetivos, ni contamos con recompensas inmediatas. La educación es cocinar a fuego lento y no hay lugar para la comida rápida en el menú de un aula bien gestionada. Este hecho hace que los docentes no vean los frutos de su trabajo, generando insatisfacción. No es que los docentes necesiten una motivación externa, la cual ya se justifica con un sueldo mensual, sino que en muchas ocasiones la ausencia de una “palmadita en la espalda” hace que la motivación docente disminuya de manera significativa.

5. Un quinto aspecto a tener en cuenta en la labor docente cuando hablamos de “desánimo” es la capacidad que tenemos de disfrutar con nuestro trabajo. Muchas personas consideran que la docencia es un trabajo vocacional, pero en ocasiones la disrupción entre lo que creemos que hacía el docente y en lo que consiste en realidad genera pérdida de motivación. Juega un papel fundamental crear un ambiente agradable en el aula y en nuestro centro, pero debemos ser conscientes de toda la labor que implica la docencia.

6. La información es un aspecto básico para cualquier empresa, y que sus trabajadores se sientan desinformados es un aspecto que genera mucha insatisfacción. En ocasiones las pequeñas empresas, y recordemos que hay colegios que funcionan como pequeñas empresas con menos de 25 trabajadores, toman decisiones sin informar previamente a todos los empleados, y esta es una situación habitual en determinados centros educativos. No siempre se debe a una falta de comunicación intencionada, sino que puede deberse a la falta de tiempo, aunque es cierto que con el uso de la comunicación digital ya no es tan necesario ese tiempo.

7. Otro de los aspectos a tener en cuenta es que en educación no existe un sistema de “premios”. Como ya se ha mencionado anteriormente el docente que trabaja de manera correcta necesita ser reconocido, y es evidente que fruto de esa necesidad han surgido innumerables premios educativos en el panorama nacional, no obstante, a nivel local o de claustro educativo, no hay una cultura de reconocimiento a los compañeros entre los docentes.

8. Por último, un aspecto que genera desánimo entre los docentes y que no podemos obviar es el desconocimiento de las situaciones personales de los docentes. Debería ser habitual el interés por la situación personal de los docentes que trabajan en cada centro.

La motivación del docente.

Hemos visto ocho factores que juegan en contra de la motivación del docente, pero ¿qué es la motivación? La motivación es el proceso interno que seguimos las personas para dirigir nuestra conducta, con energía, hacia la consecución de una meta. La motivación es lo que permite explicar el porqué del comportamiento que estamos viendo en una persona (Mestre y Palmero, 2004)[1].

En esa motivación van a influir distintos aspectos básicos que afectan a la consecución del proceso motivacional: las actitudes, las expectativas, las percepciones que generamos, la tarea a la que nos enfrentamos, las metas que nos proponemos y la representación de uno mismo que el docente elabora.

David McClelland formuló una teoría de las necesidades enfocándose principalmente a tres motivaciones asociadas al aprendizaje: la motivación de logro, la motivación de poder, la motivación de afiliación y la motivación de autosuficiencia (Falcone, 2018)[2].

Entendemos que el docente obtiene motivación de logro al intentar hacer sus clases de la mejor manera posible. Un docente se esfuerza en diseñar una programación docente que permita que su alumnado, a la vez que estar motivado, pueda alcanzar una serie de aprendizajes de forma significativa y relevante. Se siente satisfecho cuando percibe que su alumnado progresa positivamente gracias a su intervención.

La motivación de poder se genera en el momento en el que el docente puede influir en los acontecimientos de su alumnado. Un docente intenta mediar en un conflicto entre dos niños. Tras ayudarles a resolverlo y mostrarles diferentes formas de actuar en un futuro ante un conflicto similar, estos le dan las gracias.

Respecto a la motivación de afiliación podemos afirmar que los docentes necesitan sentirse aceptados en el claustro y por sus familias y alumnos. Esas relaciones interpersonales generarán seguridad en esos maestros y un aumento de su motivación hacia la enseñanza.

La motivación de autosuficiencia es aquella que se ve afectada cuando el docente percibe que es capaz de acometer su trabajo de manera correcta y llega a todo lo que se le demanda, no obstante, se ve amenazada por la alta carga burocrática de trabajo. Para Ruiz, Moreno-Murcia y Vela[3] (2015), el profesorado se involucra en la enseñanza por la propia satisfacción personal que le proporciona educar, y eso lo podemos considerar

motivación intrínseca. De igual manera ellos catalogan la motivación extrínseca cuando la profesión docente es solo un fin para poder cobrar a final de mes y cuyo objetivo diario solo consiste en cumplir la jornada lectiva.

¿Trabajamos por metas? ¿Nos ayudan las metas a mejorar nuestra motivación?

Las metas son un conjunto de actividades nos permiten lograr unos objetivos definidos. Hablamos de aspectos concretos y el docente, para poder lograrlas, requiere de regular su conducta, esforzarse y ser persistente durante la realización de esas actividades (Huertas y Montero, 2003[1]).

Los docentes establecen siempre metas relacionadas a sus tareas. Esas tareas nos llevan a satisfacer nuestra curiosidad por el mundo de la educación o por el estudio de la psicología de la infancia y mejorar sus habilidades docentes. Para el docente la meta consiste en la mejora profesional y competencial referida a su práctica educativa, y la correcta ejecución de tareas le ayuda a alcanzarla.

Otra de las metas a tener en cuenta son las relacionadas con el propio docente, con el yo, con mi identidad como maestro. Estas metas se traducen, por ejemplo, en acciones formativas concretas que nos ayudan a mejorar nuestra competencia docente mediante la realización de cursos en competencia lingüística, o determinadas certificaciones en competencia digital. Estas metas generadoras de motivación se acaban traduciendo en adquirir sellos, insignias, certificados, etc. Que avalan al docente como experto o apto para determinados aspectos.

Muchas personas se proponen otras metas relacionadas con la valoración social. Son las que se generan cuando se le solicita a un docente impartir determinados talleres y éste mejora su formación en esos aspectos para consolidar las expectativas que se tienen hacia él.

Por último, tenemos las metas vinculadas a recompensas externas, y son las que se generan cuando un docente intenta seguir ejerciendo correctamente su labor pese a no sentirse realizado, ya que le permite recibir una nómina y cubrir sus necesidades vitales.

¿Qué sucede con los docentes? Existe mucha más literatura educativa sobre la motivación del alumnado que sobre la motivación del docente, aunque sabemos que la motivación del profesorado acaba siendo un espejo de la de sus estudiantes. Esta conclusión refleja que al igual que hay estudiantes que quieren aprender, hay profesores que quieren enseñar; que si hay alumnos que pelean por una nota, habrá profesores que lo hagan por mejorar sus salarios; que si hay estudiantes que después de coleccionar fracasos tienen miedos, del mismo modo existen los docentes fracasados y con sus temores, resistencias e incredulidad hacia la enseñanza; que ambos colectivos muchas veces buscan ser felices y no complicarse la vida, tanto como quedar bien ante sus grupos de referencia ya sean colegas o compañeros. (Huertas, Ardura y Nieto, 2008[2])

No podemos que el síndrome de burnout acabe apagando docentes y apagando alumnos. Por ello es importante aportar algunas soluciones como hace López-Azuaga[1] (2020) al plantearnos:

  • La inoculación del estrés mediante pensamientos positivos que estimulen la capacitación personal.
  • La gestión del tiempo debe ser eficaz clasificando las tareas entre mayor y menor urgencia.
  • Otra de las propuestas de López-Azuaga es destinar tiempo a actividades placenteras alejadas del ámbito educativo, especialmente lo fines de semana. Esto lo podemos vincular con la práctica deportiva.
  • Finalmente debemos aceptar todos aquellos aspectos que no dependen de nosotros desde una actitud de resiliencia.

Conclusiones

Estas acciones nos ayudarán a mejorar la motivación del docente, pero en los centros educativos y en la sociedad se deben complementar proporcionando oportunidades de desarrollo profesional, las cuales se generan ofreciendo cursos de capacitación, talleres y programas de mentoría puede ayudar a los docentes a sentirse valorados y a mejorar sus habilidades. Será necesario que en esta toma de decisiones el docente se sienta parte del proceso.

También debemos fomentar la colaboración entre docentes creando espacios para que los docentes compartan sus experiencias y aprendan unos de otros puede ayudar a mejorar la moraleja y la motivación. Aunque desde la pandemia vivida en 2020 se han fortalecido estos espacios a nivel online no debemos olvidar que la preferencia debe ser hacerlo presencialmente en nuestros centros educativos.

Necesitamos asegurar un ambiente de trabajo positivo y eso lo conseguimos proporcionando un ambiente de trabajo seguro y apoyado que ayude a los docentes a sentirse valorados y a tener una mayor motivación para ejercer como tales.

Finalmente, como hemos visto, necesitamos ofrecer reconocimientos y recompensas. Reconocer y recompensar el trabajo duro y el desempeño excepcional puede ayudar a los docentes a sentirse valorados y motivados. Y por último, se hace preciso escuchar y responder a las necesidades de los docentes asegurándonos de que los docentes tengan una voz activa en la toma de decisiones y responder a sus necesidades es importante para mantener una alta motivación.

Autores:

Francesc Vicent Nogales Sancho

Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación

Universidad Europea (Madrid)

Maestro de Primaria – Colegio San Enrique (Quart de Poblet, Valencia)

[email protected]

María Mercedes Pérez Ortega

Maestra de Infantil y Primaria – CEIP Balmes (Guadassuar, Valencia)

[email protected]

Referencias bibliográficas:


[1] López-Azuaga, R. (2020). Estrategias para desarrollar la resiliencia. La Rioja: ADR Formación.


[1] Huertas, J. A. y Montero, I. (2003). Procesos de motivación. Motivación en el aula. En E. Fernández-Abascal, M. P. Jiménez y M. D. Martín., Emoción y motivación. La adaptación humana. Volumen II (pp. 873-913). Madrid: Ramón Areces.

[2] Huertas, J. A., Ardura, A. y Nieto, C. (2008). Cómo estudiar el papel que el desempeño docente y las formas de comunicación juegan en el clima motivacional del aula. Sugerencias para un trabajo empírico. Revista Educação, 31(1), 9-16.


[1] Mestre, J. M. y Palmero, F. (2004). Procesos psicológicos básicos. Madrid: Pearson.

[2] Falcone, G. (2018). La motivación escolar en el proceso de enseñanza y aprendizaje. En UNID (Coord.), Antología de motivación escolar en el aula. Volumen 2 (pp. 50-71). México: UNID.

[3] Ruiz, M., Moreno-Murcia, J. A. y Vera, J. A. (2015). Del soporte de autonomía y la motivación autodeterminada a la satisfacción docente. European Journal of Education and Psychology, 8, 68-75.


[1] Deneault, A. (2019): Mediocracia, cuando los mediocres llegan al poder. Madrid: Ed. Turner.


[1] Sarramona, J. (2000): Teoría de la educación. Barcelona: Ariel.

[2] Bazarra, L.; Casanova, O. y García Ugarte, J. (2004): Ser profesor y dirigir profesores en tiempos de cambio. Madrid: Narcea.

[3] Torres Santomé, J. (2006): La desmotivación del profesorado. Madrid: Morata.

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