La Escuela que se viene y la que se debe quedar

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Una mirada desde la escuela a los presagios de los tiempos que se avecinan.

Primero lo primero

Existe la posibilidad, remota dirán los desesperanzados, o inminente los más ilusos, de retomar las actividades presenciales antes de la distribución de la vacuna. Seguramente nos van a llover documentos con instrucciones, la exigencia de cumplir con protocolos, viables muchos, irreales otros. Modelos híbridos, graduales, rotativos, etc. Deberemos llenar la escuela de señal ética en referencia a los cuidados necesarios, volveremos a “tomar distancia” quizás. Algunas instituciones comprarán sanitizantes, se repartirán barbijos, alcohol en gel, mediremos la temperatura antes de ingresar, etc.,etc.yetc.

El temor de muchos de los agentes involucrados (familias, docentes, mismo el Estado) estará puesto en la cuestión sanitaria, y claramente corresponde. No se vuelve fácilmente al encuentro del otro en tiempos de pandemia, sin vacuna aún, sin ningún resquemor.

Pero también la preocupación debe estar, al menos en quienes nos sumergimos en el ámbito pedagógico, en algunas de las prácticas escolares, que se acentuaron muchísimo durante este tiempo y tienen la posibilidad de recuperar terreno. La cuestión del trabajo individual, por encima de lo colectivo. La dificultad de poder pensar proyectos en equipo. Temor que nos gane el silencio, el individualismo. El temor a que se retomen prácticas basadas en la relación pedagógica vertical y depositaria de saberes que comienza con una clase expositiva, donde se explica, se evacúan las preguntas y se “da” tarea, y luego un tiempo individual para su resolución, exposición de lo realizado y la corrección. Ese circuito histórico, ha vuelto a asomar la cabeza. En realidad nunca se había ido por completo, pero el temor a que en el regreso a las aulas aparezca reforzado, existe.


También es cierto que hubo y hay experiencias que invitan a la esperanza en términos pedagógicos. No sólo por las propuestas que se pueden haber construido y ofrecido a grupos de alumnos, sino también, por aquellas cuestiones que imposibilitados de experimentar, tomamos conciencia de ellas y las percibimos como más que necesarias para nuestros niños, niñas y adolescentes. Ellas se transforman en las certezas que surgieron en este tiempo y vale la pena tenerlas en el primer plano al regreso.

Lo cierto es que debemos pensar que va a pasar con la escuela no como edificio sino como espacio de encuentro, dador de sentido, escuela no tanto material, sino aquella que llamamos simbólica.


No es volver para recuperar “el tiempo perdido”… es volver para resignificar el tiempo vivido y percibido, un tiempo que nos ha atravesado, y mucho, a todos y todas.

No volvemos para recuperar los contenidos y aprendizajes no logrados. Lo que deberíamos recuperar es algo que hemos perdido en este tiempo de aislamiento, es, en primer lugar, el tiempo del recreo, del encuentro, de la celebración de estar juntos, de la vida que crece en la escuela.


Las infancias necesitan volver a correr, jugar, pelear, divertirse al aire libre. Recuperar espacios. Trepar, ensuciarse, estar sentados en el patio del colegio con otros, deben poder volver al mundo sin temor. Una vez que esto pase, debemos trabajar para ir quitándoles el miedo a los espacios públicos. No pueden cargar con los miedos que con razón, hemos construido en este tiempo. Es necesario superarlos, para poder pensar en los procesos cognitivos necesarios para el vínculo pedagógico y los aprendizajes que vendrán.

En segundo lugar, lo que debemos generar son espacios de expresión. Espacios de encuentro, de mesa redonda (aquel concepto de Philippe Meirieu para pensar la escuela democrática), donde podamos volver a expresarnos, compartir, procesar, decir lo que podamos de lo que hemos vivido, de las angustias, sufrimientos, esperanzas. Es tiempo necesario y oportuno para dar lugar honesto a las emociones en la escuela. Porque debemos reconocer que nos pasaron muchas cosas. En cada uno, en cada familia, en cada lugar, en el mundo. Posturas, miradas, proyecciones, valoraciones, hay mucho para decir de lo que nos pasó y la escuela debe ser ese espacio de diálogo, reflexión y meditación para dar herramientas para poner en palabras lo sucedido y lo sentido.

Al mismo tiempo, estamos convencidos que la escuela es un espacio de construcción de la subjetividad y de aprendizaje a vivir con otros. Esa es la escuela que urge recuperar. En este tiempo de encierro y casi nula socialización, allí sí es necesario e incluso debemos recuperar el tiempo perdido, acariciando los corazones lastimados y generando espacios de volver a ser, sentir y compartir con otros.

Junto a lo primero, lo curricular

Es cierto también que la institución escolar hoy, aunque ya no posee el monopolio del saber, es un espacio del cual se espera una cierta transmisión de contenidos socialmente valorados y seleccionados de manera gradual, en el mejor de los casos espiralados, que les garanticen, a nuestros estudiantes, unas trayectorias formativas curriculares mínimas organizadas en ciclos lectivos anuales.

Lo cierto de este tiempo es que, aún en las instituciones en donde la transición a lo virtual haya sido inmediata, o la cultura escolar se encontraba en comodidad con lo digital y ya contaba con los recursos tecnológicos para hacerlo, desde un primer momento, en todas las escuelas se realizaron adecuaciones curriculares y priorizaron contenidos para el trabajo en tiempos de pandemia.

 Consientes de ello y de las dificultades que hemos tenido en las escuelas para abordar los contenidos establecidos para todo el ciclo lectivo, el Consejo Federal dispuso la unidad pedagógica entre los ciclos lectivos 2020/21. Lo que lejos esta de declarar la promoción directa a los cursos superiores, permite una reacomodación tal que, el trabajo hecho en tiempos de pandemia pueda continuarse y profundizarse    

Lo que resta del año, que seguramente deberemos seguir desarrollando en la virtualidad, cada nivel, cada ciclo, cada año y grado deberán confeccionar un plan de trabajo sobre los cinco/cuatro/seis núcleos temáticos a trabajar, enseñar y garantizar aprendizajes en los últimos meses de escolaridad, jerarquizándolos y descartando el resto. Esto en las áreas prioritarias de aprendizaje en inicial y primaria y por departamentos en el nivel medio. Debemos pensar en contenidos, habilidades, competencias, destrezas… en clave del año inmediato superior y en el caso de los egresados en la iniciación al mundo del trabajo y de los estudios superiores. Este plan debe estar escrito y ser muy claro para los que lo lean, alumnos, docentes y familias.

Otra cuestión relevante a trabajar en este tiempo, en transición con el ciclo lectivo 2021 es que debe quedar claro y registrado en un documento los contenidos no abordados para ser retomados en el año 2021. La opción de darle continuidad al docente que está acompañando durante este año, para que pueda ser el mismo durante el 2021, sería, en los casos que sea posible, una forma de garantizar la continuidad curricular necesaria, y tendremos un tiempo, el del conocimiento y construcción del vínculo entre docentes y estudiantes, ganado.

Por último, es necesario poder registrar todos aquellos nuevos aprendizajes que este tiempo nos trajo y hacerlos contenidos. Resignificarlos haciéndolos currícula. Han sido muchas las cuestiones que nos deja este tiempo. El Otro, el mundo, lo solidario, el cuidado de la casa común, lo prioritario en términos de políticas públicas, el cuidado del medio ambiente, la desigualdad, la pobreza. En necesario traer a la escuela, darle lugar a estas cuestiones para desarrollar un pensamiento crítico, generando debates, espacios de reflexión y acción. Un ejercicio importante para hacer con los docentes es resignificar estos conceptos, haciéndoles preguntas, desgranándolo en nuevos conceptos que podrán servirnos como núcleos temáticos de proyectos a trabajar en el próximo ciclo lectivo.

La escuela que queremos construir                

Lo anterior tiene que ver con mitigar las consecuencias emocionales y curriculares del tiempo histórico que nos está tocando vivir, a la hora del regreso a la escuela presencial.  Al mismo tiempo de abordar estas cuestiones anunciadas en los puntos anteriores, debemos pensar en la escuela que nos va a quedar después de todo esto y aprovechando este tiempo de replanteo y transformaciones, la nueva escuela que queremos construir.

Y para ello es de suma importancia pensar detenidamente en lo que nos pasó. Porque claramente no se aprende de la experiencia por el solo hecho de transitarla, sino que se aprende reflexionando sobre ella.

Por eso es necesario preguntarnos algunas cuestiones que nos pueden ayudar a pensar en eso:

  • ¿Qué cuestiones de lo escolar (en cualquiera de sus dimensiones) previas a la pandemia, hoy no le encontramos sentido? ¿qué cuestiones de la escuela pre pandemia, son necesarias sostener?
  • ¿Qué hemos experimentado en este tiempo y  encontramos interesante sostener? ¿Qué preguntas, inquietudes, cuestionamientos aparecen?

Algunas cuestiones de sentido sobre lo que teníamos

La escuela y los docentes

La escuela, como espacio de encuentro y socialización recobra sentido. Nos hemos dado cuenta, hemos reconocido el valor presencial de la escuela. Suponiendo que los procesos de apropiación de los aprendizajes se hubiesen podido llevar adelante sin sobresaltos con la utilización de las tecnologías informáticas, ha sido irremplazable la cuestión de la socialización y la subjetivación. Los encuentros mediados por las tecnologías de las pantallas no pudieron reemplazar la función de la escuela presencial en estas cuestiones. Necesitamos a la escuela. Necesitamos el edificio, el patio, el aula, las charlas, la fluidez del encuentro presencial para desarrollar nuestro lugar en un grupo y nuestra propia personalidad, La subjetividad, ya nos enseñaba Vigotsky[i],  es una construcción cultural, en relación con los otros y con nosotros mismos. Y la escuela sigue cumpliendo un papel imprescindible en ello.

Del mismo modo, en este tiempo y más allá del enorme trabajo que se han montado sobre sus espaldas las familias en la enseñanza escolar de sus hijos e hijas, hemos comprendido la importancia de la función docente y su relevancia en los procesos de aprendizaje, socialización y subjetivación.

Una tarea que debemos comprender como mediadora entre los estudiantes y el mundo. Con respecto al conocimiento, en este tiempo hemos podido comprobar que, debido a internet y a la democratización del acceso al conocimiento, es necesaria una mediación entre éstos y los estudiantes. La palabra del docente, la intervención a tiempo como así la organización de dichos saberes, la secuenciación, y la metodología con la cual los presentamos resulta indispensable para los objetivos educativos que nos proponemos en las escuelas. Por último, existe una tarea histórica, dadora de sentido desde el nacimiento de la institución escolar, que es la contención de las Infancias. Debemos reivindicar eso en este tiempo. Los niños y las niñas de nuestra Nación, deben estar en las escuelas, acompañados de docentes preparados, que los agasajen, los abracen y los acerquen a experiencias transformadoras, desde la social, lo subjetivo y lo académico.

Entonces qué Escuela se viene

Es necesario, entonces, pensar desde la escuela y para la escuela, cuáles son aquellas cuestiones de la transformación que el tiempo vivido ha puesto sobre el tapete y no pueden esperar. 

Para ello, vamos a pensarlas en distintas dimensiones.

  1. La Gestión de la institución.

Un factor importante para abordar es la reflexión acerca de cómo ha sido la gestión de la institución escolar en este tiempo de incertidumbre y cómo debe seguir. ¿Podemos seguir gestionando con un modelo de conducción vertical? ¿O de una buena vez por todas comprenderemos que nuestras instituciones necesitan liderazgos sólidos pero democráticos, con una horizontalidad que permita la participación en la toma de decisiones?

Debemos construir un modelo de gestión que proponga desafíos de trabajos experimentales, que no le tengan miedo al error, dando lugar a una comunidad educativa que investigue, que se anime a preguntar, en constante aprendizaje y reconociendo que éste se construye con otros.

Para esto, es urgente pasar de un paradigma de gestión desde el control a un paradigma de la confianza. Nos urge también superar los personalismos. Ya no hay lugar a direcciones personalistas, sino que sepan crear equipos de trabajo, que dialoguen y  construyan consensos.

  • Las Planificaciones.

Es necesario correr del centro de nuestras planificaciones al contenido, para darle lugar a planificar con sentido.  Para ello es necesario resignificar la currícula.

A lo largo de la historia y en la construcción de los diseños curriculares también, los especialistas han separado el conocimiento de la vida cotidiana, fragmentándolo en distintas disciplinas para profundizar su estudio, dejándolos así, totalmente aislados de los demás. Como si nada tendrían que ver con los otros conocimientos, de las demás disciplinas.  Además, desde la perspectiva enciclopédica, el conocimiento se define en gran medida como una serie de datos e información que el docente presenta a sus alumnos, éstos memorizan y luego repiten un tiempo más tarde en un examen. Como una caja vacía que hay que llenar. Sin embargo, como hemos dicho, la escuela ya no posee el monopolio del saber. Los niños hoy reciben mucha información de redes sociales y la web. Por lo que el tipo de conocimiento que transmite la escuela y los modos a través de los cuales intentamos transmitirlos deberían repensarse.

Debemos concentrarnos en proporcionarles a nuestros estudiantes experiencias que no se producen naturalmente en el exterior de la escuela, pero sí sus situaciones. Volver a encontrar en la vida cotidiana aquellos saberes que se enuncian en la currícula escolar para poder darles sentido, resignificándolos.

Basándonos en evidencia empírica de fácil acceso en la web, podemos afirmar que una herramienta para llevar adelante estos procesos es el Aprendizaje Basado en Proyectos.

  1. La evaluación

La cuestión de la evaluación viene de la mano del punto anterior. No podemos sostener procesos de aprendizajes basados en proyectos y luego pretender evaluar únicamente de manera resultadista, es decir, lo que conocemos como evaluación sumativa. Además, esta herramienta genera estudiantes más preocupados por conseguir la nota que les permita promover de año y dejar contentos a sus padres. Necesitamos un modelo de evaluación que permita generar estudiantes responsables de su propio proceso  orientándolos de manera oportuna y pertinente acerca de sus fortalezas y áreas que requieran mejoras. Al mismo tiempo, una herramienta que proporcione información y evidencia a partir de lo cual el docente pueda perfeccionar la propia práctica. Para esto puede ayudarnos los procesos de autoevaluación y coevaluación, permitiendo un feedback mayor entre todos los involucrados en el proceso. Al mismo tiempo, una evaluación de los objetivos preestablecidos en el proyecto por todos los involucrados, mediante un conjunto de criterios y normas construidos y consensuados por el docente, más conocidos como rúbricas.

  • La autonomía de los chicos

La situación de aprendizaje remoto, sincrónico y más aún el asincrónico, puso en juego la capacidad de nuestros estudiantes de poder resolver situaciones de manera autónoma.

Desarrollar la autonomía en los estudiantes es un enunciado políticamente correcto que aparece en la mayoría de los proyectos institucionales. Pero realmente, ¿cuánto hacemos para ello? Debemos pensar distintas herramientas que permitan fomentarla, no sólo desde lo organizativo, sino también desde su propio proceso de aprendizaje.  

Haciendo referencia al punto anterior, los procesos de autoevaluación y coevaluación contribuyen a un pensamiento autocrítico de los procesos de aprendizaje. También es relevante hacer hincapié en los procesos meta cognitivos. Que los estudiantes puedan responderse qué aprendieron, cómo lo aprendieron, qué les fue fácil, qué difícil, qué podrían hacer con eso que aprendieron, dónde lo podrían aplicar, son preguntas que deben abordarse en cada jornada de trabajo, luego de la finalización de cada uno de los proyectos de enseñanza. Pero principalmente para poder desarrollar la autonomía de nuestros estudiantes es necesario que confíen en ellos mismos.

Para ello, primero los adultos debemos confiar en ellos y ellos deben saberlo y sentirlo. Deben saber que pueden y que pueden equivocarse y que será ser bien recibido el error, ya que de él se aprende. Y esto se construye en base al diálogo, el cariño, la empatía y el acompañamiento atento de los adultos, siendo mojones, puntos de referencia, para los tiempos de incertidumbre que vivimos.

  1. Vínculo con las familias

Otra cuestión que ha sido determinante en este tiempo de escuela remota ha sido el vínculo entre la escuela y la familia. Una cuestión más que abordada desde el campo académico que se ha puesto en juego fuertemente este tiempo. En esta oportunidad la escuela ha ingresado a la mayoría de las casas a través de las plataformas de encuentros sincrónicos como así también las familias han podido “presenciar” las clases de los docentes que antes ocurrían a puertas cerradas en las escuelas. Nos hemos mostrado tal cual somos. Y en muchos casos y con mucho esfuerzo y buena voluntad, las familias han intentado ocupar un rol para el cual no se encuentran preparadas y lo han hecho como pudieron. Las experiencias más exitosas en este tiempo tienen que ver con, en parte, que este vínculo ha sido estrecho  y la comunicación mucho más fluida.

Es momento de repensar la relación de la escuela con las familias. Debemos establecer nuevos vínculos, revalorizando la tarea docente y determinando la importancia del trabajo asociado. Diálogos sinceros y mayor fluidez en la comunicación. Y un punto importante es, lo que conocemos como las reuniones de padres. A lo largo de este tiempo pudimos comprobar que para brindar información tenemos muchísimas herramientas disponibles que permiten acercarla a las familias sin inconvenientes.

Debemos pensar para qué nos encontramos con las familias en la escuela a partir de ahora. Si la información se la podemos enviar por mail, por plataforma o por el sistema tecnológico que tengamos a disposición, ¿cuáles deben ser los motivos de los encuentros presenciales a partir de ahora? Acordar criterios, crear acuerdos, armar equipos para trabajos de gestión, encuentros formativos, reflexivos, donde podamos aprender a trabajar realmente en equipo los adultos responsables de la educación de nuestros estudiantes. Es por allí donde tenemos que proyectarlas.

  • No podemos empezar sin hablar de lo tecnológico.

Lo primero que surge pensar cuando pensamos la escuela que queremos tiene que  ver con lo tecnológico. La pandemia nos hizo adelantar, en vertiginosos 6 meses, lo que nos hubiese llevado cinco o más años en la presencialidad. Y lo aprendimos porque lo necesitamos, no nos quedó otra opción. 

La realidad es que lo tecnológico ha sido un medio, un recurso para llegar mejor a cada una de las casas en términos físicos. Pero también, en muchas experiencias, para llegar a cada uno de los estudiantes, en términos que más tienen que ver con lo motivacional. En primera medida, bien sabemos que la gestión administrativa, comunicacional, en la mayoría de las instituciones educativas, ha funcionado de manera analógica hasta marzo de este año. Incluso a muchas escuelas les cuesta hasta hoy poder digitalizar estos procesos. El sistema educativo argentino en la mayoría de sus aspectos es anacrónico en términos administrativos. Y allí la tecnología debe intervenir para mejorar estos procesos.

El gran salto a lo digital ocurrido en este tiempo, no permitirá a las escuelas volver a utilizar cuadernos de comunicados, papelerío innecesario y lo mismo debe ocurrir con la gestión académica de nuestros estudiantes. Los boletines, los informes, los partes diarios, los legajos, etc. Una pregunta interesante para hacernos es sobre qué ha ocurrido con los manuales escolares en este trabajo remoto… ¿se han utilizado? ¿Vale la pena volver a cargar las mochilas de los estudiantes de 3, 4 manuales que hacen imposibles de colgarlas de las espaldas de los más pequeños? ¿No se ha accedido al saber utilizando otros medios? … son preguntas que no debemos dejar de hacernos.

En segunda medida, hemos dicho que nos ha servido para “llegar” a los estudiantes desde lo motivacional. Debemos darles la bienvenida a las aplicaciones y páginas web que nos han permitido vincular a los estudiantes con desafíos, juegos y participaciones más activas y generadoras de mejores aprendizajes. Allí lo tecnológico llega como un recurso, un medio más para alcanzar nuestros objetivos pedagógicos.  

Lo importante para pensar en las instituciones educativas es qué pueden ayudarnos las nuevas tecnologías y a qué situaciones necesitamos que nos ayuden a dar respuesta. Deben ayudarnos para aprender más, para aprender mejor y para aprender de una manera diferente.

Sino simplemente es cambiar una tiza y un pirrazón por una pantalla digital, pero en la misma escuela de siempre.

Y eso es lo que no debería pasar. Que no sea en vano este tiempo transitado.

Fuente: https://gestioneducativa.ar/

[1] 2006. Phillipe Meirieu. El significado de educar en un mundo sin referencias. http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL001440.pdf [1] 1978. Lev Vigotsky. Ley de desarrollo de los procesos psíquicos superiores https://d1wqtxts1xzle7.cloudfront.net/44777042/Vygotski__-_El_desarrollo_de_los_procesos_psicologicos_superiores_-_Cap_IV.pdf?1460768976=&response-content-disposition=inline%3B+filename%3DEL_DESARROLLO_DE_LOS_PROCESOS_PSICOLOGIC.pdf&Expires=1601918373&Signature=KEOotDXh7tabUfCsyXFW3xvs7fV0xlMgkG-70sLqk9sM6T~OHr~KGCsIYpR6dr67N9XqaaA6lstaBBto36HvR~As4beKfvMhUfURpajtzdgrkF~-tFJ3RahPODmJ-KCalRnkmeoUV9BjQzf~nOyQVkncPTO9EE-1n1PBjREPUt9m2syp-8g2QnBCsivglbZQhbRs3rsTpDZJ41xEp7Iyx8b~s0HbxT3uOCwabQcr0wUmbmp~PYf60ZTrnlZ6QtNZWyDcPOR-Y6QvmINV1Fcgr~W4YdK2AKvjZinTb3i03g1ZefBXyYwhDis2wZ7PbAQWo~WOBy9B~OJ~aJzoWJK7Ag__&Key-Pair-Id=APKAJLOHF5GGSLRBV4ZA

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