La educación es el camino

La educación es el camino

La palabra maestro (el latín magister) hace referencia a la persona que ha estudiado magisterio y es aquella persona de la que se reciben enseñanzas muy valiosas y a la que se le reconoce una aptitud excepcional para enseñar.

Como dice Paulo Coelho: “¿Qué es un maestro? No es aquel que enseña algo, sino quien inspira al alumno a dar lo mejor de sí para descubrir un conocimiento que ya tiene en el alma”. (Frase de su libro El camino del Arco).

Pero es cierto que, aun siendo una profesión vocacional, a veces ser maestro se convierte en una carrera dura de obstáculos. En los tiempos que corren no es tarea fácil a pesar de ser una profesión apasionante.

De un tiempo acá, podemos decir que se está convirtiendo en una profesión con gran intrusismo.

Cada vez es más frecuente escuchar comentarios de personas no relacionadas con el mundo de la enseñanza opinando sobre la praxis docente y más atrevido aún, proponer cómo deberían de hacer su trabajo los docentes ante determinadas circunstancias.

En ocasiones, se aventuran en proponer como debería llevar a cabo el docente, por ejemplo, una resolución de conflicto hasta el punto de proponer las metodologías que debería usar en el aula hasta incluso organizar los grupos de compañeros dentro del aula. Quizá pueda resultar exagerado, pero son pequeños ejemplos recogidos de conversaciones entre docentes. Es un tema que nos inquieta.

La posibilidad que internet nos brinda hoy día de disponer de información con un solo click está dando lugar a creer entre algunos que disponer de una determinada información ya nos hace profesionales o expertos.

Esa información que manejamos es solo información ya que para saber transmitirla es necesaria la formación (ser maestro), para que pueda ser transformada en aprendizajes.

Y no solo hay que saber transmitirla, sino que el maestro va más allá. Somos esas personas que guiamos y acompañamos a nuestro alumnado en todo “su caminar”. Somos especialistas en hacerlos brillar y hacerlos capaces.

Además, también nos enfrentamos a aulas con ratios elevadas. Desde los años 70 las ratios han ido en descenso en España pero aún se debería descender un poco más. Querer hacer brillar a una media de 25-30 alumnos por aula es bastante complicado.

Y por supuesto, no podemos obviar la excesiva burocracia a la que nos enfrentamos y la falta de recursos en algunos casos, siendo éstos los inconvenientes más destacados a nivel general.

A todo esto, le sumamos que en los últimos tiempos los docentes nos encontramos ante una sociedad donde las familias cada vez más crían a sus hijos “entre algodones”. Llevamos años percibiendo una protección excesiva del alumnado y que se está acentuando cada vez más con la pandemia.

Sin duda alguna, las familias lo hacen con las mejores intenciones pero, como consecuencia, nos estamos encontrando frecuentemente en las aulas (desde la etapa de infantil) alumnado con falta de tono y escasa motricidad, poca autonomía, retraso del lenguaje, problemas importantes de conducta por el exceso de consentimiento, casos extremos de frustración, etc.

Los docentes llevamos de serie positivismo y motivación. El maestro que ama su profesión se entrega al 100% llegando a ser compatible con un estilo de vida.

Por lo que, toda esta carrera de obstáculos se convierte en retos que superar.

Somos capaces de convertir cualquier oportunidad en un aprendizaje, ayudamos a alcanzar los sueños de nuestro alumnado y así cumplir sus propósitos. Vivimos el día a día con entusiasmo y siempre con alegría gracias al amor infinitito que recibimos por parte de ellos.

No decae el deseo por formarnos y ofrecerles lo mejor de nosotros. Y con la responsabilidad de no solo acompañar a nuestro alumnado en “su caminar” sino también acompañar a sus familias. La educación es el camino.