El jardín de infantes que no figura en el mapa: así aprenden los chicos en la frontera más caliente del país.

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El jardín de infantes que no figura en el mapa: así aprenden los chicos en la frontera más caliente del país.

Para llegar a tiempo al jardín de infantes 4757, ubicado en el paraje La Medialuna, en el norte de Salta -cerca de las fronteras con Bolivia y Paraguay- habrá que tomarse un micro ($1.100 el pasaje) que sale a las 6 de la mañana desde la ciudad de Embarcación, viajar casi dos horas hasta Dragones y esperar que alguien te acerque en moto (con suerte en auto) unos 20 kilómetros más, que se recorrerán a pura piedras y ripio.

Esto es lo que hacen diariamente Silvia Cornejo (50), junto a otros maestros y el director de la escuela, quienes van por las rutas 34 y 81, en esa zona caliente del monte salteño.

Dónde queda

Caliente porque la Gendarmería patrulla activamente en busca de contrabando, y también porque el termómetro, a principios de octubre, ya trepa hasta los 35 grados, o más.

Silvia Cornejo hoy dirige el nivel inicial en la escuela del paraje La Medialuna, al que asisten apenas 8 chicos de 3 a 5 años de esta comunidad rural, mayoritariamente de la etnia wichi. Al lado está la primaria plurigrado (en una misma sala van alumnos de distintos grados), que tiene 45 alumnos, 43 wichi y 2 “criollos”.

En La Medialuna viven unas 30 familias, sin energía eléctrica de red ni agua corriente y con muchas carencias. El lugar está tan aislado que ni figura en Google Maps.

Aquí la escuela es la única presencia física que tiene el Estado. No hay ni siquiera una sala de primeros auxilios: ante una enfermedad o accidente habrá que procurarse una moto y viajar hasta Dragones, o más allá si el problema es de mayor gravedad.

Como tantas escuelas rurales, la 4757 es intercultural bilingüe, una de las ocho modalidades del sistema educativo argentino. Aquí se enseña español y también wichi, que es la lengua en la que hablan los chicos en sus casas.

Por eso además de la maestra, cada sala tiene un acompañante pedagógico, que les habla y enseña en wichi. En La Medialuna, la maestra jardinera es Guadalupe Salas (30) y el de idioma Isidro Orellano (29).

El jardín de La Medialuna es parte de la expansión que tuvo el nivel inicial en la Argentina, donde la matrícula creció más del 70% en las últimas dos décadas y ahora 3 de cada 4 chicos de 3 a 5 años van a un centro educativo. Hoy en el país hay espacios de primera infancia de todo tipo que reflejan la enorme diversidad de situaciones que viven las familias argentinas.

El porcentaje de chicos que van a sala de 5 en el país (preescolar) ya llega al 97,5% y la sala de 4 llega al 86,4% (son los dos ciclos obligatorios), según los últimos datos del Ministerio de Educación nacional.

Tasa de escolarización en primaria, secundaria y salas del inicial

La cuenta pendiente sigue siendo la sala de 3, que apenas alcanza el 46,3%. Quienes menos acceso tienen son las familias de los sectores más vulnerables, lo que acentúa la desigualdadFaltan 17.400 salas, según un informe del Observatorio Argentinos por la Educación.

Aquí, en La Medialuna, se ve el esfuerzo de muchos maestros, también problemas de gestión oficial. Por ejemplo, allí está -arrumbado- un carrito con computadoras que llegó hace 7 años, pero nunca se pudieron usar porque no hay conectividad. También hay descuidos de la misma población: por caso, muchos de ellos recibieron paneles solares, pero en vez de usarlos los vendieron.

El ausentismo de los alumnos y docentes es otros de los dramas cotidianos, y conspiran contra la calidad educativa.

Pero como todos los días, esta mañana, bajo un clima denso y un cielo escondido detrás de las nubes, el micro llega finalmente a Dragones. Son las 8 de la mañana y el director de la escuela, Eduardo López Colorito (56), a quien todos llaman “Cocho”, baja del ómnibus y va a la panadería a comprar una buena cantidad de largas tiras de pan, que será el desayuno que esperan los alumnos.

Llegaremos a la escuela casi una hora después, gracias a la ayuda de una de las maestras de la primaria, que es de Dragones y nos lleva en su auto, por el difícil camino de piedras.

¿Calidad? ¿Qué calidad?

En la Argentina hay espacios para la crianza, el cuidado y la enseñanza de la primera infancia de todo tipo. Hay jardines provinciales (como el de La Medialuna), pero también municipales, comunitarios o centros de desarrollo infantil que dependen del Ministerio de Desarrollo Social.

El desafío es la calidad educativa, porque el nivel inicial es uno de los más importante para las futuras trayectorias de los alumnos (los muestran las pruebas estandarizadas), pero en algunos centros ni siquiera hay maestros ni un enfoque pedagógico. Solo cuidado.

Ahora, ¿qué es y cómo se puede medir la calidad de un jardín de infantes? ¿Qué parámetros tomar?

Samuel Berlinski, un economista argentino que dirige el Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y se ocupa de los proyectos para el desarrollo infantil, cuenta que para ellos la calidad de un jardín se determina por dos factores: los recursos que tengan para facilitar la enseñanza (la infraestructura, elementos de la salud, saneamiento y seguridad, la formación de los docentes); y sus procesos internos: si implementan los planes de estudio, y la frecuencia y tipo de interacción que tienen con los chicos y sus padres.

Para Silvia Cornejo, directora del jardín de La Medialuna, en cambio, la calidad pasa por el compromiso tanto de los docentes como de los padres para que los chicos vayan a la escuela.

¿Cómo enseñan en el jardín de La Medialuna? La directora comenta que muchos maestros de la zona empezaron un curso -de Unicef- para usar bien la conciencia fonológica, un método de aprendizaje de la lectoescritura basado en la identificación de los sonidos que se combinan para formar palabras.

Dice que lo están usando tanto para la enseñanza del español como del wichi, y que les está dando buenos resultados. El objetivo, afirma, es que los chicos terminen el preescolar con una base de español y wichi como para empezar a leer y escribir ambos idiomas en primer grado. El desafío es grande porque la mayoría de los adultos de la comunidad habla wichi, pero no lo sabe leer ni escribir.

En la clase en la que estuvo Clarín se vio parte de este proceso. Por ejemplo, cuando la maestra Guadalupe Salas les fue nombrando a los chicos, uno por uno, las letras y los números enfocándose especialmente en los sonidos.

Después Isidro Orellano hizo lo mismo, pero en wichi.

Isidro Orellano, maestro de wichi, es muy querido por los alumnos. 
Clarín también pudo comprobar el drama del ausentismo: de ocho chicos del jardín, hoy solo llegaron cuatro

Cornejo se formó hace 24 años en el profesorado de nivel inicial de Embarcación, ciudad donde nació y vive actualmente. Dice que ahora hay maestros jardineros sin trabajo en la zona, porque hay menos salas que docentes recibidos y no se abren nuevos cargos. “Esto hace que muchos deban ir a otras provincias a buscar trabajo”, afirma. Mientras destaca la ayuda que tiene la escuela desde el municipio y la delegación municipal.

Lo dice allí, junto a sus compañeros, reunidos en la “sala de profesores”, una mesa improvisada debajo de un listón, al lado de la cocina a leña, donde se juntan a descansar y charlar un rato.

El día debe continuar.

El jardín, contra las adversidades

La mañana avanza en la escuela 4757, los chicos siguen en clases con sus maestros, mientras una de las auxiliares prende el fuego con la leña que el director del colegio le compró a la misma gente de la comunidad.

En una olla gigante la auxiliar va agregando los fideos, las especias, los condimentos, y también uno pequeños pedazos de carne. Llegado el mediodía, de a poco, aparecen los chicos plato en mano para hacer una prolija cola. Todos y cada uno recibe una buena porción de guiso.

Luego llegará el turno de los docentes, que comerán la misma comida, en su “sala de profesores” ahora transformada en “comedor”.

Tiempo para hablar sobre el jardín de infantes y algunos contenidos que, al menos para Silvia Cornejo, son muy importantes, como la Educación Sexual Integral. Sí, para los chicos del jardín, porque les enseñan las partes de sus cuerpos, que nadie los puede tocar, y eso los anima a hablar en el caso de que vivan en sus casas situaciones de abuso.

El nivel inicial tiene un rol relevante en el desarrollo infantil. Desde hace años, los expertos en neurociencias vienen estudiando su impacto en el bienestar físico y motriz, en las habilidades lingüísticas, la comprensión de conceptos matemáticos, la capacidad de sostener la atención y autorregular el propio proceso de aprendizaje y las emociones, entre tantos otros atributos.

Claudia Lugo Candelas es profesora asistente en Psicología de la Universidad de Columbia, en Nueva York, y se especializó en el estudio de cómo las adversidades impactan en el desarrollo del cerebro infantil, incluso desde antes del nacimiento.

La experta clasificó diversas experiencias infantiles adversas y estudió qué efectos tienen no solo desde lo psicológico, sino también en el desarrollo de enfermedades físicas, como diabetes, problemas del corazón, asmas, alergias, entre otras.

Clarín le preguntó si hay posibilidad de revertir una adversidad a partir de la educación inicial.

Sí, hay estudios que lo muestran -afirma-. Lo han visto con electroencefalografía, mirando la actividad cerebral eléctrica. Vieron en patrones que la sintomatología de los niños volvió para atrás. Eran niños pequeños, en situaciones bien particulares, no era abuso físico, falta de comida, o algo así. Era falta de cuidado afectivo. Pero sí, se ha demostrado que es posible”, dice Lugo Candelas.

La experta agrega que se han detectado impactos del neurodesarrollo a partir de los ambientes en que pasan sus días los chicos. Y que cuanto más constantes y previsibles, con rutinas y disponibilidad afectiva, mejor. También que es clave que el chico sienta que no está solo, sino que vive en una comunidad. Eso, incluso, es más importante que un buen cuidador, afirma la experta, desde los Estados Unidos.

Problemas de gestión, poca información

“Estamos en un contexto rural y acá siempre lo mucho es poco y viene bien todo lo que podamos recibir”, dice ahora Cocho, el director de la escuela. Y cuenta una situación que habla a claras de la mala gestión del sistema educativo.

Muestra a Clarín el carrito con las computadoras. Hace 7 años que las notebooks siguen dentro, nunca nadie las sacó ni encendió. Este año recibieron un módem Wi Fi.

Recursos que el Estado invierte, pero no logran su objetivo por malas decisiones. Ahora, ¿es posible mejorar estos espacios desde el Estado? ¿Qué políticas públicas habría que implementar para reducir las desigualdades y llegar con jardines de infantes de calidad a la mayor cantidad de familias y chicos argentinos?.

La escuela 4757 tiene electricidad por los paneles solares, pero aún no hay conexión a Internet. 

El que responde ahora es Esteban Torre, director de Educación de Cippec: “Promover una educación de calidad en la primera infancia es clave no solo para el desarrollo de capacidades infantiles, sino también para dinamizar la economía y permitir que quienes cumplen tareas de cuidado no remunerado –fundamentalmente, mujeres- puedan continuar su formación o incorporarse al mercado de trabajo. En este sentido, la iniciativa también contribuye a reducir brechas de género”, dice el especialista.

Efectivamente, apenas el 7% de los jardines de infantes tiene jornada extendida en el país, según un estudio que presentaron Unicef y Cippec en 2019. Y hay mucha diferencia entre las provincias. Además, apenas el 15% de los chicos de 0 a 4 años van a un espacio de crianza o educación más de 4 horas, muestra el último trabajo de Unicef.

Jornada extendida para la primera infancia

Porcentaje de niñas y niños de 0 a 4 años que asisten a servicios de educación y cuidado por tiempo diario de asistencia según edad.

Fuente: UNICEF-SIEMPRO Infografía: Clarín

Porcentaje de niñas y niños de 0 a 4 años que asisten a servicios de educación y cuidado por tiempo diario de asistencia según regiones geográficas.

Fuente: UNICEF-SIEMPRO Infografía: Clarín

Porcentaje de niñas y niños de 0 a 4 años que asisten a servicios de educación y cuidado por tiempo diario de asistencia según quintiles del índice de riqueza del hogar.

Fuente: UNICEF-SIEMPRO Infografía: Clarín

“Hoy, la oferta educativa para la primera infancia es insuficiente, heterogénea y está desigualmente distribuida. Ampliar y mejorarla requiere planificación -sistemas de información y de registro de instituciones sólidos, proyecciones demográficas- y una inversión sostenida de recursos de Nación, provincias y municipios”, afirma Torrre.

“Para mejorar la oferta, es preciso integrar la diversidad de espacios existentes en un marco de funcionamiento común, sin perder la riqueza de cada uno de ellos; y fortalecer los procesos de formación y de las condiciones laborales de las educadoras”, agrega el experto.

Si bien el Ministerio de Educación nacional releva la matrícula del nivel inicial, sigue siendo escasa la información oficial sobre el desarrollo de la primera infancia.

Cora Steimberg, especialista en Educación en Unicef, le dice a Clarín que en la Argentina ahora no hay información integrada relacionada al acceso y cobertura en salud, nutrición, educación, cuidados y protección de derechos en la primera infancia.

Prevalece un enfoque sectorial, hecho que es parte del problema de poder construir respuestas intersectoriales que posibiliten poner en el centro de la agenda el desarrollo integral que requiere este grupo poblacional”, afirma la experta.

Tampoco hay en la Argentina evaluaciones y monitoreos de la calidad de los jardines de infantes, como sí lo hay en otros países de la región como Colombia, donde se mide -con diversas herramientas- desde la experiencia pedagógica hasta la infraestructura, según explica Carolina Maldonado Carreño, vicedecana Académica de Facultad de Educación de la Universidad de los Andes y experta en monitoreo de políticas de la primera infancias.

Pero volvamos a La Medialuna, donde está terminando la jornada escolar y llega el turno del volver a casa. Nosotros vamos hacia Dragones destino final Embarcación, por el camino a pura piedra y ripio, en el mismo auto que llegamos.

Quedará tiempo para pinchar una goma y reventar un neumático. Y para que Isidro Orellano demuestre que, además de docente de wichi, muy querido por sus alumnos, también es un maestro cambiando la rueda de un auto.

Fuente: Clarín

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