Inteligencia Artificial: Desinformación sintética

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Un nuevo virus que se propaga con la explosión de la Inteligencia Artificial: configurar contenido digital creado o modificado por algoritmos. Cuando nuestros sentidos ya no son suficiente. ¿Ver para creer? Resultados verosímiles pero no verdaderos. Una respuesta necesaria: la alfabetización mediática.

Con el desarrollo de la inteligencia artificial, enfrentamos hoy una creciente complejización del ecosistema comunicacional en general con diversas ramificaciones, pero con implicancias profundas en el fenómeno de la desinformación que tanto preocupa, especialmente siendo este un año electoral.

Mas allá de las fake news producidas por periodistas y medios de comunicación tradicionales, viralizaciones en plataformas como Twitter con bots y trolls trabajando en conjunto, hoy tenemos que empezar a prestar atención a otros fenómenos que aquí trataremos de agrupar en lo que podemos denominar “desinformación sintética”. Este proceso se alimenta de la información falsa generada intencionalmente como así también de dos elementos, uno más novedoso que el otro.

El primero tiene que ver con un desarrollo que se inició hace varios años -pero que explotó ahora con la masificación en los últimos meses- de sitios en los cuales se puede configurar contenido digital creado o modificado por algoritmos, especialmente a través de inteligencia artificial. Esto incluye síntesis de imagen y voz, así como música o textos. La verdadera innovación allí, es la confección de productos completamente digitales en donde desde estos nuevos medios sintéticos. Se pueden crear audios, fotos o videos que parecen reales, es decir, son verosímiles aunque no lo sean.

Una fotografía o un video tradicional captura una parte del mundo físico y lo digitaliza. Aquí, en cambio, todo el proceso de principio a fin es desarrollado de forma virtual, dando como resultado cosas que parecen existir o haber sucedido pero son una creación artificial, una ficción hiper realista.

Paralelamente, el segundo elemento que queremos mencionar para proponer el concepto de desinformación sintética, tiene que ver con el desarrollo reciente de los modelos de lenguaje generativo de inteligencia artificial, los cuales padecen lo que algunos autores han comenzado a llamar “alucinaciones de la IA”.

Estas ocurren cuando encontramos respuestas creíbles y sofisticadas en plataformas del tipo de chat GPT, Bing o Bard, basadas ​​en algoritmos complejos que inventan una parte de la información. Sabemos que estos sistemas no poseen la capacidad de tener intenciones o conciencia para mentir, pero el resultado de todas formas es el de una producción sumamente razonable y elaborada de información falsa que puede abarcar fechas, afirmaciones científicas o estadísticas, y son generadas a partir de patrones y correlaciones encontradas en los datos de entrenamiento, nuevamente verosímiles pero no verdaderos.

Hace pocos años, se popularizo el concepto de posverdad, en donde las opiniones personales valen más que los hechos o los datos y por eso nuestras sociedades pierden de vista muchas veces la información para sumirse en debates de posturas que no tienen base empírica.

Hoy el problema se ha profundizado y radica en que lo que vemos, oímos o leemos, a priori puede no ser verdad aunque se vea, se escuche o suene completamente verdadero y coherente. Asistimos a un mundo en donde las tecnologías ponen en jaque nuestros sentidos y por lo tanto sobre ello nos debemos reeducar.

Paralelamente, es crucial comprender cómo estas tramas se combinan afectando el derecho a la información en nuestra sociedad, debiendo ser cada vez más investigadas y abordadas, por ejemplo, desde un campo con profundas tradiciones en América Latina como es el que articula comunicación y educación.

Para tomar eficazmente el problema, se requiere un enfoque holístico y allí, ente otras perspectivas, la alfabetización mediática es clave para discernir la veracidad de la información, sin importar su origen, promoviendo además estándares éticos y de transparencia tanto en los medios tradicionales como en los nuevos medios sintéticos y las plataformas de IA. Esto requiere una conciencia pública sobre los riesgos de la desinformación, pero también una educación sólida que promueva una cultura de verificación y confirmación de datos, para lograr así, proteger el derecho humano a la comunicación en la era digital.

Fuente: Página 12
Autor: Sebastián Novomisky

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