El COVID-19 y el desamparo de la infancia

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La presencia de los docentes y todos los demás actores que son parte de las instituciones, funcionan como anclaje.

La pandemia de COVID-19 y el aislamiento social, preventivo y obligatorio trajeron como consecuencia la imperiosa necesidad de repensar las instancias educativas en función de la no presencialidad.

Esta situación imponderable dio como resultado una avalancha de actividades a modo de “tareas” que inundaron los ambientes familiares de todos los niveles educativos y circunstancias sociales.

Está claro que, no sólo la posibilidad del seguimiento de las trayectorias escolares de cada niño, sino también las diferencias en la disponibilidad de recursos, espacios y tiempos didácticos se hizo notoria e interrumpió las continuidades de los aprendizajes, los intercambios que se generan en el seno de las aulas y la posibilidad de hacer de los estudiantes sujetos activos en la adquisición de los conocimientos.

Pero este no es el único, ni el más importante, de los aspectos descuidados. Considero que las medidas -indiscutiblemente acertadas- de este aislamiento y de la interrupción de las actividades no consideradas esenciales han dejado a nuestras infancias en un estado de desamparo que propende el descuido y vulneración de los Derechos que los protegen.

Así, se puede considerar afectada la salud, tanto física como emocional, de los niños y niñas y de su entorno familiar, haciéndolos partícipes de circunstancias de violencia -que en muchas ocasiones son las propias exigencias escolares las que las fomentan- sin distinguir situaciones socio económicas; y la alimentación, en aquellos entornos socialmente vulnerados o en los hogares que dependen de los ingresos diarios para cubrir sus necesidades básicas.

Las realidades someramente descriptas me hacen reflexionar sobre las propuestas del sistema educativo actual y de las instancias que necesitan un urgente replanteo. Considero que la presencialidad es una característica que, en término de justicia curricular, no debe, de ninguna manera, ser una condición sustituible ya que, los ámbitos educativos y la presencia de los docentes y todos los demás actores que son parte de las instituciones, funcionan como anclaje tanto para niños como para los adultos que encuentran, entre sus paredes, sujetos de referencia y que pueden, con las actitudes y decisiones acertadas, hacer la diferencia en el entorno comunitario. Por otro lado, los niños, en las escuelas, se apropian de un espacio-tiempo que los conecta con actividades peculiares de su condición infantil.

Sin embargo, existen algunos aspectos que deberían ser repensados. Uno de ellos, podría ser la centralidad de los contenidos establecidos a través dela gradualidad. Los medios tecnológicos son, como lo hace notar Serres (2013), una fuente al alcance de todos y en todo momento, por lo que el conocimiento circula ágilmente sin la presencia necesaria de un “portavoz”:

“…frente a la oferta creciente de saber en capas inmensas, accesible siempre y en todas partes, una oferta puntual y singular se vuelve absurda (…) Ahora accesible, sobreabunda, cercano, inclusive en volúmenes pequeños que Pulgarcita lleva en su bolsillo, bajo el pañuelo.” (Serres, M. 2013).

 Otro aspecto, es la evaluación pensada a la manera tradicional y traducida a un concepto sintetizado en letras o números. Es imposible calificar a la distancia y sin conocerlas circunstancias de cada alumno en particular. Evaluar, en este caso, sólo sería útil en la medida que permita a los docentes avanzar sobre nuevas actividades, es decir, en un sentido ordenador de nuevas propuestas.

En conclusión, pienso que la escuela debe buscar los medios más apropiados al contexto al que pertenece para garantizar su presencia en todos y cada uno de los hogares de los niños y niñas; promover instancias de juego, de actividades compartidas que no impliquen largas investigaciones sobre temas irrelevantes y copias infinitas, sino sonrisas y buenos momentos para las familias; y sostener, de este modo, la presencia amorosa de la institución en acciones que restablezcan la condición infantil.

Carolina Laura Marelli

Carolina Laura Marelli

Prof. de Nivel Primario.
Maestra Rural y Directora de escuelas Rurales. Directora en ámbitos urbanos en escuelas de 2° Categoría en las ciudades de San Carlos Centro y Santa Fe. Actualmente, Directora de la Escuela Primaria de Primera Categoría N° 140 de la Ciudad de Santo Tomé.
Postítulo de “Especialización Superior para Maestros Tutores de la EGB Rural”
Participación en carácter de expositora en diversos congresos interprovinciales de Literatura y en el Seminario para aspirantes a Cargos Directivos Nivel Inicial, Primario y Modalidad Especial: Conducción de las Instituciones Educativas. Perspectivas y supuestos de estos tiempos.
Cursado y aprobado diversos cursos de posgrado internacionales en el marco de la Maestría en Políticas Públicas para la Educación del MEC y UNL.

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