César Bona, profesor, escritor y defensor de los derechos de la infancia: «La frase de ‘si quieres, puedes’ ha hecho mucho daño»

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El maestro, que estuvo entre los 50 mejores del mundo, incide en la importancia de crear adultos autónomos que aprendan a convivir en sociedad: «No podemos pretender educar como fuimos educados nosotros»

César Bona fue nominado en el 2014 como uno de los 50 mejores profesores del mundo. Desde su entrada triunfal en el Global Teacher Prize, su discurso y filosofía han dado la vuelta al mundo, llegando este martes al Colexio La Salle. En el centro compostelano impartió una charla magistral para incidir en la importancia de crear adultos autónomos, que se conozcan a sí mismos y que sepan convivir en sociedad.

-Su charla lleva por título Conectando, ¿cómo debemos hacerlo?

-Digamos que vengo de Zaragoza para hablar de cosas obvias [ríe]. Le doy mucha importancia al lenguaje y a las palabras. Es una invitación para conectar con uno mismo, con los que nos rodean y con el mundo en que vivimos.

-¿Cómo se conecta un adolescente consigo mismo?

-El objetivo de la educación es dar herramientas a niños y niñas para que sepan conectar entre ellos y se conozcan a sí mismos. Que aprendan a convivir y a darle importancia al mundo, que respeten el lugar en el que viven y que sean conscientes de su impacto sobre el planeta. A partir de esas herramientas debemos darnos cuenta de que el fin de la educación es facilitar el desarrollo integral del ser humano, intelectual y, aunque se da por hecho, también su bienestar físico, emocional y social. En ese momento alcanzaremos el potencial de lo que implica la educación.

-Algo que se repite hasta la saciedad es que el sistema educativo está fallando.

-No voy a decir que falla porque en el momento en que uno generaliza está siendo injusto. Creo que es importante tener en cuenta el contexto que estamos viviendo desde hace cuatro años debido a la pandemia. Y también, el microcontexto con la llegada de la Inteligencia Artificial (IA). Creo que es importante valorar lo que nos ha hecho humanos. Se dan por hecho valores como escuchar, dialogar y el respeto, pero creo que debemos darles más importancia. Entre otras cosas hay que valorar la salud, y me gusta remitirme a la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que dice que salud es el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedades. Todos hemos estudiado la pirámide de los alimentos, pero hoy el 60 % de los hombres sufren sobrepeso u obesidad. Podemos preguntar por la calle a 100 personas cuántas saben hacer la maniobra de Heimlich… Hay que darle importancia a lo físico, pero también a lo mental. Tenemos que enfatizar en la educación en el respeto a los demás y en las diferencias.

-En sus conferencias también ha hablado sobre el acoso, ¿qué está fallando?

-Si encontráramos más tiempo y más espacios para hablar de respeto, tanto hacia uno mismo como a los demás, seguramente no tendríamos que hablar de acoso. Cuando uno escucha y cambia sus prejuicios logra una convivencia sana y respetuosa. La importancia de la educación no está en que un alumno saque un 8 o un 9 en Matemáticas, sino que hay que darle más importancia a lo social. Eso no significa denostar la parte intelectual. El fin de la educación es lograr el desarrollo intelectual, físico, emocional y social. Si nos dejamos algo no lo estamos haciendo bien.

-¿Cree que el sistema educativo está dotado de recursos para lograr una integración real?

-Es una pregunta difícil porque cuando hablamos de recursos siempre se necesitan más. Ahora que en Galicia hay elecciones estaría bien que en un debate electoral los candidatos hablasen de educación. Que dijeran, «tenemos media hora para hablar de educación y debemos ponernos de acuerdo en cuatro cosas». Aplaudiríamos todos. Pensemos en el tiempo que se dedica en las altas esferas a hablar de educación y de las herramientas que necesitan los niños.

-¿A día de hoy cuál cree que es el principal reto de la educación?

-No quiero ser redundante, pero educar es dar herramientas. Y hemos de buscarlas entre docentes, familias y la sociedad. Son herramientas que nosotros no tuvimos. No podemos pretender educar como fuimos educados nosotros. Hay cosas que se han descubierto que son útiles, como el conocimiento que existe sobre cómo funciona el cerebro del ser humano, que incide en la importancia de que somos seres sociales y de  que estamos rodeados de gente. Ahora que se habla de Inteligencia Artificial hay gente que la ve de manera amenazadora, pero creo que puede ser una buena oportunidad para que realice por nosotros esas tareas secundarias que nos hacen perder tiempo. Con ese tiempo a mayores podemos conocernos más a nosotros mismos y podemos dedicarle más a educar en esa convivencia. Durante su etapa educativa, los jóvenes pasan la mitad de su vida en un centro educativo y de ahí tienen que salir con cosas aprendidas. Para ello tiene que ser el lugar más parecido a estar en casa, si en casa están bien. Eso lo veo muy importante. Luchemos para que se consiga que chicos y chicas salgan de los centros convertidos en seres autónomos, creativos, curiosos, respetuosos y que sepan dónde viven. Cada conocimiento les debe servir para hacer el mundo mejor que lo que es.

-¿Cree que estamos creando una generación de cristal?

-No podemos olvidar lo que significa la palabra esfuerzo. Hemos de ver que todo cuesta. La frase de «si quieres, puedes», ha hecho hecho mucho daño. Si al final no puedes debes buscar alternativas. No siempre lo que quieres lo puedes conseguir. Hay que incidir en la gestión de la frustración y en esa búsqueda de alternativas, en cómo enfrentarte a una situación que no sale como esperabas.

-¿La educación ha perdido calidad?

-No puedo decir eso, yo veo a muchísima gente con ganas de hacer cosas y compartirlas.

-Tecnología, ¿sí o no?

-Intento escapar de las dicotomías. Memorizar sí o no, deberes, sí o no. Para todo hace falta sentido común. En cuanto a la tecnología tiene que ir de la mano de la educación para hacernos mejores y para sacar lo humano que tenemos dentro. Nos tenemos que preguntar por qué niños de seis a 12 años van al centro educativo con el móvil cuando van a estar con gente que los va a cuidar y educar. Hace falta sentido común, que nos tiene que servir para unirnos y para enriquecernos, y todo lo que no sea eso debe quedar a un lado. No significa que no debemos usar la tecnología, pero cualquier herramienta tenemos que usarla con mesura y sentido.

-Incide en las herramientas para educar, pero ¿cuáles son?

-Hay que pensar en cómo se divide el tiempo en los centros educativos. En algunos, en bastantes, se trabaja por proyectos y eso se acerca al conocimiento y a la vida. Hemos de pensar también en el diálogo. ¿Tenemos tiempo para hablar? ¿Sabemos dialogar? ¿Tenemos tiempo para educar? ¿Tenemos tiempo para hablar de la salud física, mental y social? ¿Realizamos un uso ético de la tecnología? Son preguntas que lanzo. Hay cosas que se dan por hechas, pero que tienen un peso muy grande en nuestra vida.

-¿Estamos trabajando para formar a los jóvenes para el mundo que tienen por delante?

-Opino que todos tenemos que trabajar juntos para que así sea. Si en infantil o secundaria el fin más importante es que sean autónomos, ese es el objetivo que debemos poner en mayúsculas. Lo mismo pasa en la universidad, con lo que esa conlleva.

-Vi que hace poco compartió una frase de Ortega y Gasset.

-«Siempre que enseñes, enseña también a dudar de lo que enseñes». Ese es el trabajo que tenemos por delante. Enseñar a dudar no es poco.

Fuente: https://www.lavozdegalicia.es/
Foto: XOAN A. SOLER

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