EDUCACIÓN Y CUARTA REVOLUCION INDUSTRIAL

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RETOS Y OPORTUNIDADES

Sin dudas que cuando hacemos alusión a la Cuarta Revolución Industrial, nos referimos a la renombrada industria 4.0, que cada vez más, se desenvuelve a un ritmo vertiginoso en nuestras vidas y sin que aun tengamos una noción integra y eficaz de la dimensión de las rupturas con moldes tradicionales en los más diversos campos, como ser: en los negocios, en el empleo y también en el pedagógico entre otros.

Pero para adentrarnos específicamente al ámbito pedagógico y la Cuarta Revolución Industrial es preciso meramente realizar una breve descripción de las tres primeras revoluciones industriales, para poder así comprender básicamente a lo que queremos referir en el presente artículo.

La primera revolución industrial tuvo una de sus bases en el uso del agua y el vapor para mover las máquinas que iniciaron la producción fabril moderna. La ruptura con los métodos artesanales por la vía de la producción a escala, la revolución en el transporte (ferrocarriles) y la fabricación de maquinaria y equipo, fueron algunas de las características de aquella. El hierro y, más tarde, el acero, se convierten en insumos fundamentales de la infraestructura productiva y de los bienes de capital.

La segunda se refiere al uso de la energía eléctrica para la producción en masa. Es una revolución que se asocia también al desarrollo de la industria química y al motor de combustión interna.

La llamada tercera revolución industrial se refiere al período que incorpora la electrónica y las tecnologías de la información y las comunicaciones en los ciclos de producción, distribución y consumo. La automatización en la producción es un rasgo típico de tal etapa.

Finalmente, la cuarta revolución, basada en la tercera, es la de la era digital, la conectividad móvil, las redes sociales, el “big data”, de la que apenas la humanidad está comenzando a percibir los profundos cambios que acarreará.

Una característica, según el Foro Económico Mundial consiste en que los límites entre los ámbitos físico, digital y biológico se diluyen gradualmente. Aunque está basada en la tercera revolución, la cuarta se caracteriza por la velocidad exponencial de los hitos de innovación, el amplio espectro en el que ocurren y el impacto que generan en múltiples sistemas, incluyendo los productivos, administrativos, de gobierno y educativos.

Tal es así, que en un mundo en el que el número de conexiones móviles es ya superior a la población mundial, lo que no significa que la conectividad entre todas las personas sea la ideal, la adecuada, y la realidad es tan precisa en estas cuestiones que si miramos al difícil momento en que estamos viviendo actualmente a raíz de la pandemia del Coronavirus, este hecho ha dejado al desnudo, las falencias en cuestiones digitales (a las que siempre nos hemos referido y jamás dejamos de desconocerla e incluso exponerlas y denunciarlas en múltiples ámbitos), en materia educativa por ejemplo al trasladarse, debido al aislamiento social preventivo y obligatorio, la escuela a la casa, más precisamente a través del ámbito virtual, algo a los que muchos no estaban acostumbrados y máxime aun muchos no lo entendían, y una de las grandes brechas como la desigualdad, las políticas públicas incorrectas y un inadecuado uso de la mismas, dejan a las claras las inmensas problemáticas en que nos hallamos en nuestro país y Latinoamérica.

También podemos hacer alusión en materia de Cuarta Revolución Industrial a las capacidades inimaginadas de almacenamiento virtual y desarrollos inverosímiles hace dos décadas, que apuntan al acceso de la información y el conocimiento para miles de millones de personas sin importar dónde, cómo y cuándo lo hagan, los retos y las oportunidades relacionados con la forma en que nos educamos, son formidables, tal así como se lo plantean desde países donde existe una tecnología de avanzada y donde se han preparado para tener este alto grado de excelencia, del que aun, por esta parte del globo terráqueo no se ha plasmado en la realidad, que hoy indica otra cosa.

Robótica, inteligencia artificial, nanotecnología, biotecnología, producción 3D, ciencia de los materiales y la fusión, campos que, en mayor o menor grado se fusionan entre sí, marcarán rutas determinantes del conocimiento en las próximas décadas. Para ello es preciso que el gobierno y los diversos actores estatales y privados, entiendan a ello como una Política de Estado, y no solo que se fomente sino también que se posibilite el acceso a ello.

Aunque el tema es de alta complejidad, hay hechos claros:

  • En un contexto en el que “Google lo sabe todo” lo relevante en la producción de bienes y servicios no será el conocimiento de los individuos sino lo que las personas pueden hacer con él.
  • Iniciativa, trabajo en equipo, liderazgo, son cualidades indispensables que niños y jóvenes deben adquirir en los procesos educativos, al lado de las llamadas: competencias del siglo XXI.
  • La capacidad de auto-aprendizaje, de renovar en forma permanente las competencias propias, trasciende el espacio de la educación formal. De nada servirá la acumulación de títulos en el sistema formal de educación si los profesionales y técnicos no cuentan con la competencia de procurar el acceso al conocimiento, disponible en múltiples formas en la red, por sus propios medios.

Para esto mencionado ut-supra, es preciso la aplicación de una correcta formación ciudadana es un requisito sine qua non en las economías contemporáneas: ciudadanos responsables, incluida la dimensión del medio ambiente y conscientes de sus deberes y derechos, solidarios, críticos de la calidad de los bienes y servicios en los mercados, por una parte, y de la transparencia en la gestión pública, por otra, son algunos de los aspectos relevantes de la nueva cultura ciudadana en la era digital en la que la humanidad incursiona.

Robert J. Shiller ha dicho: “…no se puede esperar a que se queme una casa, para que comprar un seguro contra incendios. No podemos esperar hasta que haya dislocaciones masivas en nuestra sociedad, para prepararnos para la Cuarta Revolución Industrial”.

Por eso lo repetimos una y mil veces, desde el campo educativo, se ha discutido en múltiples escenarios sobre las implicaciones que sobrevienen a los avancen tecnológicos y de la resistencia a considerar estos avances como propios de la humanidad, atendiendo a un enfoque de rupturas que infieren nuevos procesos y transformación sustancial de las instituciones, así como también, evolución y aceptación de nuevos paradigmas, pero aún no se ha consolidado estas cuestiones para avanzar a buen puerto y de hecho esta afirmación se consolida en base a la realidad en que vivimos.

Desde hace ya mucho tiempo, sin percatarnos, la tecnología sigilosamente llegó y se situó en un umbral difícil de vedar, en donde ya es común encontrar en nuestro entorno la consolidación de la robótica, el internet de las cosas, la inteligencia de datos, el machine learning, la nube inteligente, la inteligencia artificial, analytics, el científico de datos, los procesos de innovación y otras nociones enmarcadas en una transformación digital. Para afrontar y aprovechar esta nueva tendencia de cambios en la era digital, la educación en Latinoamérica y por ende en nuestro país, debe estar dispuesta a asumir las exigencias y retos que plantea esta etapa de cambios, razón por la cual surge la interrogante dentro del campo del conocimiento sobre si ¿La educación en nuestra región está en la capacidad de guiar este proceso de transformaciones?

Por último, hay que entender que, es un imperante desarrollar una visión integral y compartida a nivel mundial de cómo la tecnología está afectando nuestras vidas y reformando nuestros entornos económicos, sociales, culturales y humanos. Los retos que plantea la Cuarta Revolución Industrial en la región y propiamente en Argentina, son cruciales y deben ser asumidos con la mesura que merecen. Estamos hablando del impacto que tendrán en sectores como el empleo, la industria y la educación, de sus beneficios, pero también de sus consecuencias sociales y económicas cuyas repercusiones se plasmarán en mayor pobreza y desigualdad. Garantizar el futuro de las próximas generaciones es un deber, y reside en la Educación, el compromiso de formar a los niños, adolescentes y adultos que promoverán y harán parte de la transformación mundial que conlleva la irrupción precoz, de esta Cuarta Revolución Industrial, que sin dudas ya la transitamos.

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