“La ciencia es el último derecho humano desarrollado”

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“La ciencia es el último derecho humano desarrollado”

La irrupción en la vida cotidiana de la inteligencia artificial, el papel de los científicos y el financiamiento a la ciencia son algunas de las cuestiones abordadas con la Licenciada Imma Aguilar, directora de la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología. Esta es la primera entrega del ciclo “El futuro de la educación – Conversaciones con Alberto Barbieri”, de entrevistas a reconocidos referentes internacionales de la educación y del quehacer científico, con los que se reflexionará sobre cómo enfrentar un futuro que se transforma, de un modo vertiginoso, en un presente urgente.

En Alcobendas, municipio español perteneciente a la comunidad de Madrid, a unos 15 kilómetros al norte de la ciudad capital, se encuentra un moderno edificio donde funciona la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT). Es una institución del sector público cuya misión es impulsar la ciencia e innovación, promoviendo su integración y acercamiento a la sociedad. Desde marzo del 2021 la licenciada Imma Aguilar es su directora general.

Alberto Barbieri dialogó con ella sobre cuestiones que siempre están en los primeros lugares de la agenda de la ciencia y la tecnología, como la inteligencia artificial, la relación entre la ciencia y la sociedad, cómo se preparan los científicos hacia un futuro cada vez más vertiginoso, cómo hacer frente a las llamadas fake news y el recurrente tema del presupuesto y la financiación de proyectos científicos.

Para Aguilar -licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Politécnica de Valencia, máster en Dirección de Comunicación (Universidad Oberta de Cataluña) y magister en Nuevas Tecnologías (Universidad Autónoma de Barcelona) – la ciencia “es el último derecho humano desarrollado”. Aguilar remarcó que es clave lo que la ciencia, como generador de pensamiento crítico, puede aportar a la vida cotidiana, y que uno de los debates que debemos darnos es el de tener acceso a la información. Dio como ejemplo el caso de las vacunas y el derecho del ciudadano de contar con toda la información para la toma de decisiones.

Barbieri le recordó que hace un tiempo el mundo científico se vio sorprendido por una carta firmada por personalidades relacionadas a la ciencia y a la tecnología, quienes solicitaron frenar el avance de la inteligencia artificial, al considerarla “uno de los mayores riesgos para el futuro de la civilización”. Enseguida surgió el debate en torno sobre si debía ser controlada o no.

En tal sentido, Aguilar se mostró proclive a no someterla a controles, y propuso otro camino: argumentó que la implementación de la inteligencia artificial en la vida cotidiana -no en la investigación- requiere el concurso de muchas visiones que no son las propiamente tecnológicas o las relacionadas a la computación. Sostiene la necesidad de recurrir a disciplinas relacionadas a las ciencias sociales y humanas, tales como la filología, la economía, la demografía y la geografía entre otras- que contribuyan en la articulación de este proceso de transformación que supone la inteligencia artificial.

¿Cómo puede ayudar la ciencia en la determinación de lo que es real de lo que no?, fue otro de los temas que el ex rector de la UBA puso en la mesa del debate. Imma Aguilar, luego de aclarar que la desinformación y la manipulación de la información ha existido siempre, sostuvo que la mayoría de la gente considera que recibe informaciones falsas. “La información para el mal ha existido siempre”, acotó.

“La apariencia de la veracidad es lo más preocupante ya que se falsea la apariencia de la veracidad”, destacó. “Lo que ocurre que en la actualidad nos encontramos que son las herramientas las que falsean la veracidad”.

Explicó que el Observatorio de Medios Digitales en España y Portugal está trabajando en esta cuestión -el proyecto se llama Veryfire- y se encuentra ante el desafío de determinar en qué elemento de la comunicación -el emisor, el canal, el mensaje, el receptor- es preciso introducir las herramientas de verificación para determinar el origen de una fake news.

Barbieri, tanto mientras estuvo al frente tanto del rectorado de la UBA como en su rol de decano de la Facultad de Ciencias Económicas, debió gestionar con un ajustado presupuesto. Remarcó que era una película que se repetía en la mayoría de los países, como lo es la financiación de la ciencia. Aguilar se manifestó partidaria del concepto de “ciencia pública, algo que es en beneficio de todos y que lo financiamos entre todos”.

Imma Aguilar es directora general de la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología. Dijo que está en la mesa de debate la evaluación del impacto social que los científicos producen.

Sostuvo que debe haber una relación entre lo que se financia con dinero público para la investigación y su repercusión social y económica.

Subrayó que en España no es tan alto el porcentaje de inversión privada en ciencia, comparado con otros países, como Alemania. En ese sentido, dijo que la inversión privada es un camino que ya se empezó a transitar.

Tal como aplicó en la Universidad de Buenos Aires, Barbieri quiso saber si era posible incentivar la relación Universidad-Estado-Empresa a nivel España con los países latinoamericanos, a fin de potenciar dicha relación. “La ciencia es una gran llave maestra para la cooperación”, respondió Aguilar. Subrayó que dónde más se produce este tipo de cooperación es en el uso de la infraestructura. “Lo ideal es construir un espacio de investigación multilateral y no bilateral”.

Reclamó una coordinación, ya que explicó que se ha encontrado con casos en que universidades y empresas privadas investigaban, cada una por su lado, lo mismo.

Aguilar y Barbieri coincidieron que es difícil competir con países que mantienen un alto nivel de inversión en ciencia, aunque aclaró que no está demostrado que invertir más genere mejor ciencia, solo que produce más ciencia, y recordó que países latinoamericanos que invierten en ciencia son competitivos en áreas concretas, como ocurre en el campo de las ciencias sociales.

Para Aguilar, hay una asignatura pendiente, como es la transferencia de la ciencia pública a la industria, así como el aumento de la inversión privada.

En el mismo sentido, es necesario establecer un compromiso a asumir por las generaciones futuras en cuanto a mantener un determinado nivel de financiación, porque para apoyar a la ciencia se necesita un consenso importante, todo esto en un marco de independencia de los organismos de investigación. Habló de un consenso político, social, histórico “para darle una dimensión de servicio público y necesidad básica. Llegar a ese consenso es difícil; en España se hizo un pacto consensuado por la ciencia”, contó.

“Para que exista una demanda de más financiación tiene que haber un conocimiento más profundo de lo que se hace en ciencia y qué es lo que se está invirtiendo; hay que explicarle a la gente qué se está haciendo y qué se gasta el dinero de los impuestos”, aseguró.

En otro orden, Barbieri remarco que mucho se había escrito acerca de que el investigador no estaba conectado con el tejido social, y quiso saber hasta qué punto esto era así. Aguilar respondió que existían intenciones de varios gobiernos de socializar la ciencia, ponerla en el debate público y convertir a la ciencia en una temática más en la vida cotidiana de las personas. “Hasta hace no mucho la ciencia era considerada ‘de salón’, casi aristocrática; es necesario normalizarla y convertirla, a través de formatos adecuados, en un elemento más de la vida cotidiana”, aseguró.

Confesó que está en la mesa de debate la evaluación del impacto social que los científicos producen. Imma sostiene que la evaluación de la ciencia está en debate.

Para ella deber haber un balance y no descuidar la investigación básica, porque la ciencia y las políticas públicas transitan por carriles distintos y en diferentes direcciones.

En lo que el ex rector definió como la era del conocimiento, otra de los tópicos abordados en la charla fue el relacionado a las habilidades teórico prácticas que deberían desarrollar los científicos en sus carreras hacia el futuro ya que, sostuvo que los cambios que se producían lo hacían en forma vertiginosa. La funcionaria española expresó que los científicos necesitarán cada vez más habilidades nuevas que no eran las originarias. “Es cierto que ellos, hasta hace muy poco tiempo, no han percibido esas habilidades de comunicación. Eso está cambiando”, remarcó.

Hay que incorporar dentro de la actividad profesional del científico, no solo la docencia, como puede ser en el caso de las universidades, sino incorporar la transferencia del conocimiento a la sociedad.

Hay un consenso en Europa sobre la importancia de la “softskills”, habilidades donde la gestión de los proyectos hasta la comunicación, la capacidad de concretar determinadas capacidades.

Para Barbieri, la charla no hubiese estado completa si no le pedía una definición sobre la universidad. “En ella debe debatirse todo. Tiene una responsabilidad a la hora de formar personas con pensamiento crítico y con capacidad de discernir ideas y en tomar decisiones ideológicas”, destacó Aguilar, quien tiene la responsabilidad de dirigir un organismo con la inmensa tarea de acercar la ciencia a la sociedad.

Fuente: Infobae

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